viernes, 31 de octubre de 2008

Pequeña cabriola


La vida de la casa se iniciaba en el grueso llamador de bronce: una mano derecha que, sin esfuerzo, sostenía una bola, como evitando que se cayera. Por entonces los timbres de pilas eran poco conocidos y en Palermo, por lo menos, sumamente escasos. Estaba colocado muy alto sobre el portal de dos hojas, de madera gruesa y barnizada. Siempre lustrado y brillante dejaba en la mano ese olor de bronce, pasamanos de tranvía, y un leve recuerdo a Braso.
El que apretaba la mano del llamador apretaba la mano de la casa, cordial y acogedora.

Alberto Salas Ed. La Veleta 2002 (COMARES, Granada)

La mano delicada de la fotografía está en Écija, Sevilla. Un portal de dos hojas grandes, también. Y lo que sostiene no es una bola sino una fruta; me atrevo a precisar lo que yo quiero: una manzana. La mano es extremadamente delicada, fina, limpia. A la mano le sobra el dedo meñique para sostener la manzana, cuatro dedos bastan. El meñique hace una pequeña cabriola situando a la mano en una posición elegante, sutil. Probemos a llamar:

¿Seré una casa acogedora, mereceré
el viento leve de la vida que me acompañe?
Abrir no será una duda para mí,
y sin puerta sería mejor casa,
sin llamar, pasar y recorrerme.
Pero cedo a esta mano invitar
a la parte de fruta que se quiera.
Dentro de mí hay un patio,
un pozo y una gran árbol.

lunes, 27 de octubre de 2008

Entrada




Puerta, ajustada,
establecida en la serenidad.
Quédate con ese hueco para
si alguien me recibe. Entrar
sería toparnos con silencios
parlantes, esa longitud del abandono
tan dedicado al campo. Para recibirte
a ti, lumbre alzada, inquieta danza.

martes, 21 de octubre de 2008

Palabra hablada






ODA XXV

¿A qué lugar me arrastras, Baco, lleno de ti?
¿A qué bosque, a qué gruta soy llevado
rápidamente y con un nuevo espíritu?

Es un dulce peligro, oh Leneo,
seguir al dios que se ciñe las sienes
con el pámpano verde.

Estamos ante Horacio en la oda señalada, sus tres primeros y sus tres últimos versos, respectivamente. Cosas que tiene el vino.
Pero, a parte de interesarnos Horacio, que mucho, nos interesa Santos, el hombre que aparece en la fotografía y que puede que nada sepa de aquél. De lo que sí sabe es de la tierra. Amor a la misma como lo tenía Leonardo, nuestro primer invitado a este cuaderno que, ante todo vibra con el terrón, el agua y la vida.
Las viñas sobre las que estaba vendimiando Santos tenían, según sus cálculos, unos cuarenta años. Variedad Airen, la blanca de toda la vida.
Siempre que me acerco al campo me interesa la aparición de esa palabra que se escapa de quien conoce su medio extraordinariamente. Gente que tiene los sentidos hacia la tierra alertados. Vieja, noble y hermosa sabiduría para absorber. Mientras yo le iba viendo en su labor le preguntaba sobre lo observado y que me parecía que resaltaba: una viña muy pequeña y lánguida a punto de secarse y justo la de al lado exhuberante. 'Eso es porque tiene más molla.' ¡Cuidado que me habla esa palabra, 'molla'! ¡Cuánto no tiene de chicha esa palabra! ¿Qué hubiera dicho un técnico agrícola para responder a mi pregunta? No sé, pero Santos aportó emoción y literatura. Otra pregunta mía: ¿Y cuando se muere una cepa? 'Pues se le pone de una nueva buena.' ¿Y cuándo? 'Pues por Enero o Febrero, cuando las cepas están muertas.'
'Muertas' no es lo mismo -aunque sí- que decir que cuando haya dejado de circular la savia en el periodo invernal. No es lo mismo. Como tampoco es lo mismo decir, cuando la savia empieza a circular entre Abril y Mayo, que el sarmiento 'llora'. Gozoso lloro.
Y si observan la tierra verán que es una tierra caliza que traga muy bien el agua que cae del cielo. Pero ya me lo dijo Santos, 'Aquí, en este terreno, si se agarran las nubes y caen mas de 15 litros al contao puedes entrar en la tierra.' ¡Qué expresion más visual esa de 'agarrarse las lluvias'! Modos de elevar el placer literario a la palabra hablada.

Quédense con una soleá de un hombre cercano a Villarrobledo, de donde es Santos; Oscar Herrero nos transmite Manantial con su guitarra.

viernes, 17 de octubre de 2008

Colores y alegría II



Está él. Sonríe y sabe que lo miro. Lo miro ganándome una recua de labios. Se acerca y me menciona la luz del día. Yo contesto con la intensidad del calor. Motivos para ejercitar las fugas que llevamos dentro.


lunes, 13 de octubre de 2008

Gatos y perros




CATS AND DOGS

Cats and dogs are not our friends
They just pretend
They just pretend
It's just emotions we invent
Like photographs we put on shelves
Cats and dogs are not our friends
Scratch their ears
they'll wave their tails
And if it rains again next weekend
It's all because of them
Little doggy
Come to mummy
Cats and dogs are not our friends
They just pretend
They just pretend
It's just emotions we invent
So we forget we're by ourselves
Little catty
Come to daddy
Miaou miaou
Ouaf ouaf ouaf ouaf
You feed your dog
You feed your cat
You feed your kids
You feed your wife
You feed your pets
Aren't you fed up to
feed the world around
You feed the world around !

Camille, disco 'HOLE'



¿Son los gatos y los perros nuestros amigos?
¿Acaso siempre están fingiendo?
¿No seremos nosotros que nos inventamos las emociones con los animales?
Una foto en una estantería, y se erige la compañía para siempre.
Moverán sus rabos, rascarán sus orejas,... ven a mamá.
Si nos inventamos emociones, ¿no olvidaremos que somos nosotros mismos?
Alimentar a mascotas, alimentar, ¿no estás harto de alimentar?

El gato y el perro que muestro gozaban de libertad, no eran mascotas de nadie, ni fingían. ¿Qué cómo lo sé? Por cómo me ignoraban.

viernes, 10 de octubre de 2008

Colores sencillos







La energía como custodia clara
de mi afluencia al suelo
como custodia de la alerta llovida.


Vuelvo a las hojas como a ellas las vuelve el viento. De niño eran brazadas constantes las que nos lanzábamos incansablemente. El olor a hoja muerta me brota sólo en las choperas con alma de río. Un olor vivísimo, de genial juego, de pirueta sonámbula. Vieja canción a ritmo de bulería, cuantos recuerdos que no entornan la simple, mi simple pero sustanciosa infancia. Ahora, el liquidámbar de debajo de mi casa es un decir absoluto del color, entre él y yo no hay penumbra, ni si quiera la distancia de un quinto. Sólo el compromiso de verlo cada mañana, alternar su evolución cromática con mi paladar y sonreir ante algo de lo que soy un privilegiado.


lunes, 6 de octubre de 2008

En un lugar llamado desafío






Estamos en un lugar de la mancha, un lugar áspero y silencioso, pero no de gran extensión. Es como una pequeña isla entre viñedos y tierras de regadío. Pero ese lugar tiene el ejemplo de las piedras calizas multiplicadas y a flor de suelo. Desde hace años me siento atraído por esa casa de piedra en la que nadie habita y en la que ovejas se aprovechan de vez en cuando. Casa de piedra piedra, de una encima de otra, sin más miramiento. Un lugar sobre el que no han podido los agricultores, sólo las encinas y los tomillos.
Junto a esa casa estaba ayer leyendo un libro que aún tengo entre manos como algo crucial: 'Mortal y rosa' de Francisco Umbral. El pasaje/paisaje que estaba leyendo en ese momento es el que hace referencia a la solemnidad de los escritores:
'¿Y mi nombre, y mi aura, y lo que he creado en torno de mí? Un nombre de escritor. Todo el que vive confortablemente dentro de su renombre, debe salir al campo, a la naturaleza, y decirlo en voz alta:"Soy escritor, soy importante, soy...". No creo que pueda terminar. Eso no suena nada entre los montes, frente al mar. La gloria no va más allá del término municipal, la perdemos en el campo, de viaje.'
Y mientras éso leía miraba a mi alrededor y me sentía mínimo, nada solemne, sin ser para nada un escritor, aunque ese pasaje vale para cualquiera. El campo, la grandeza de lo natural, abarca tanto que te hace presagiar lo que eres: tránsito. Allí dejé escrito esto:

Desafío podría llamarse este lugar. Sólo piedras y encinas paseando, riscos dice un señor que ha venido a ver qué hacía por aquí, al que le he dicho que me gustaba el lugar por su aspereza, porque nadie ha sido capaz de rentabilizarlo quitándole las piedras. ¿Quién se atreve con ellas? ¿Quién se demanda estando ellas? Haces una casa de piedra y es como si la piedra te hubiera envuelto, no es tu hogar. La casa es otra piedra descolocada, cierta. Es una piedra-casa que imaginamos para devolvernos, al cabo, el entusiasmo de su dominio.



jueves, 2 de octubre de 2008

Arbolente




Viva mirarti omai
Nulla spene m'avanza;
S'allor non fosse, allor che ignudo e solo
Per novo calle a peregrina stanza
Verrà lo spirto mio. Già sul novello
Aprir di mia giornata incerta e bruna,
Te viatrice in questo arido suolo
Io mi pensai. Ma non è cosa in terra
Che ti somigli; e s'anco pari alcuna
Ti fosse al volto, agli atti, alla favella,
Saria, così conforme, assai men bella.

Del Canto 'Alla sua donna', Giacomo Leopardi


A su dama

Ya no tengo esperanza
de contemplarte viva,
si ya no fuese que, solo y desnudo,
por otra vía y hacia extraña estancia
vaya mi espíritu. Y con el nuevo
comienzo de mi día oscuro, incierto,
te supuse de paso en esta tierra.
Pero nada existe en este suelo
que a ti se te asemeje, y si lo hubiese
y en el rostro, los actos, las palabras
te igualase, sería menos bello.

Traducción de Antonio Colinas, 'Cantos, Pensamientos',
Giacomo Leopardi, Debolsillo, 2008


Ella me acompañó, seguimos la senda de las manos, seguimos a los robles, las nieblas aun no se habían precipitado, los osos por allí respiraban, no nos fatigábamos. Arbolente puede ser una palabra quieta o un lugar desde donde mirar lo alto menos bajo, o el lugar donde leer y conversar con alguien detenido por soledad. Arbolente.