miércoles, 31 de diciembre de 2008

Preguntas



No hay más datos en este frontal de piedra de un nicho. Cuando acudí al cementerio el día de difuntos lo hacía no por rezar, pues no sé, no por hablar, pues sí sé pero prefería el silencio, y sí por pensar. Lo que no me esperaba era la liquidez de curiosidad que iba a emanar una singular lápida. Frontal, de piedra y de hace unos cuantos años. De momento, un ramaje discreto bien presentado. ¿Y admiraciones? Desde luego no escatimaron. Consuelo, yo te lo diré, tus padres te quisieron con profundidad, largamente, de éso que no te quepa ninguna admiración, que la duda es admirable siempre, pero en este caso, Consuelo, no hubo ninguna duda. Como no hubo duda en economizar las eles de la elle en la estrechez de la piedra. Seguro que no fue un grabador profesional. Pero así hay más interés, y no te preocupes por la falta de ortografía, es lo de menos. ¡El mensaje, Consuelo! Te llevaron eternamente. ¿Pero, quién mandó poner la lápida, perdón el frontal? Si te llevaron es que ya estaban muertos o, ¿es que sabían eternamente que te iban a llevar? Los tiempos no importan, somos gente como yo que decidimos invertir nuestro pasado para arrear emocionalmente el presente. Imagino que podré dejar ya mi epitafio labrado, la verdad es que no sabría. Por ejemplo, 'Me llevé eternamente'. No sé si daría para pensar, sobre todo a los pocos que me conocen. Y nada diré sobre la muerte que no quiero ser quisquilloso con este año que nos viene, tan implacable con la vida.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Sólo era por ver

Estoy corrompido por la palabra, por la poesía, por la literatura. Cualquier cabo que asome de lo real se me acaba convirtiendo en ímpetu. El otro día, mi madre, de ochenta y uno dejó caer un hecho triste y así lo vi. Y me he reprimido en extrudirlo para no sacar un relato. O sea que lo poco que aquí voy a decir es breve y real.

Mi padre murió hace siete años. Mi madre cuenta ahora con los que he dicho. Los dos vivieron en un pequeño pueblo. Tras la muerte, mi madre se trasladó a la capital de provincia, a un piso. La casa del pueblo se cerró. Vamos a ella cada cierto tiempo. Sus recuerdos son perpetuos, intensos y amargos. Duerme mal últimamente por una enfermedad.

Oye, llamaste el otro día por teléfono cuando estuviste en el pueblo. No, ¿por qué? Es que mira, el otro día me levanté a las cuatro y media de la mañana y como no podía dormir dije 'voy a llamar al pueblo' y sabes, me dió comunicando. Volví a llamar e igual. Y dije, éste que habrá estado y no habrá colgado bien, por mí. Por la mañana volví a intertarlo y ya me daba la señal.

Inmediatamente cuando me lo estaba contando por la calle cogí el teléfono móvil e hice una comprobación. Señal correcta y recriminación. Madre, pero para qué haces éso, para qué llamas, quién va a haber allí. Sólo era por ver.

Sigo reprimido porque, aparte de ser real, conjuga un enigma claro, clave para un buen relato.




ME gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


No he podido sustraerme en evocar el poema de Neruda y distrutar de la íntima versión que de él hace Diego Carrasco, grandísimo cantaor flamenco.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Lontananza

Lirio González Parrondo llevaba un año trabajando para la compañía de elevadores Thyssenkrupp. Lo habían destinado a Albacete desde que entró en la empresa. Normalmente atendía a las revisiones periódicas de los ascensores. El último día del año, estando de guardia, recibió un aviso de la central comunicándole una avería en el elevador de la calle Lontananza s/n del pueblo Casas de Abajo. Comprobación de la orden de trabajo, dirección y una sola nota: 'averiado'. Lirio cogió la furgoneta y en una hora y cuarto estaba en el pueblo. Cuando llegó pensó que se trataba de un error, error de bulto, se decía él. Sin duda, el pensar éso era lo más normal. Una sóla calle y casas a los lados, todas de una planta.

'Dime, Tomás, ¿el parte que me has dado esta mañana de Casas de Abajo es correcto? Correcto. Mira que estoy en el pueblo y no hay nada más que casas bajas. Te digo que es correcto, hay una anotación de un elevador de 9, pregunta. ¿Y a quién?

Lirio dio una vuelta por el pueblo escaso y no aparecía nadie. Calle Lontananza. Ni siquiera las calles llevaban nombre. Por un poco de intuición se dirigió a la casa más elevada en un pequeñito promontorio. Llamó.

Oiga, por favor, ¿la calle
Mire, la del tejado azul. Adiós.

Lirio se quedó extrañado, por haber sido contestado sin concluir la pregunta y por haber sido despachado expeditivamente. En efecto, se veía la casa azul, nueva. Se dirigió a ella. Un hombre en silla de ruedas abría la puerta mientras Lirio ya se preparaba para irse.

Mire vengo de la compañía
Pase, es de nueve sótanos y lo que ocurre es que no sube. Tampoco hay escaleras.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Atadillo





Por la cabezotonería del azar ocurren a veces cosas explicables.
Maria Tesesa Rodrigues de Carvalho vivía sola desde que se le murió su marido Antonio Pinto. En Soajo, Portugal, una pequeña aldea fronteriza con España. Con ochenta y cuatro años aun se la podía ver con un atadillo de retamas secas encima de la cabeza para cocinar. Luto y lumbre era lo que lucía y en lo que se ocupaba para poder almorzar.
El año pasado, su nieta Fernanda Pinto, de trece años, le mandó una tarjeta navideña. No una cualquiera sino de esas que tienen un mecanismo sofisticado tal que al abrirlas suene una música donde los peces beben en el río, y que vuelvan a beber. Una música penetrante.
Depositada por el cartero en el pequeño buzón, la carta se activó generosamente. Ni no na ni no na ni no ni na no... Siguió. Alguna gente del pueblo se paraba frente al buzón. Efectivamente, salía de allí el sonido. Tras un día entero de sonar y siendo como son en los pueblos, María, vecina de Fernanda, decidió llamarla para que se ocupase de la carta. Tocó en la puerta. No contestó nadié. La llamó por su nombre. Nada. Allí tenía, junto a la entrada, el atillo del día anterior. No salía humo de la chimenea. ¡Fernanda!
La felicitación navideña dejó de sonar al tercer día.

sábado, 20 de diciembre de 2008

Altos y juntos nidos



Todos ya vacíos, todos ya sin hojas. Todo que ya estalló, el verde de la primavera, las alas afilando el aire. Ahí ha quedado la obra en silencio, al agua, al sereno mirar. Estallará otra primavera. No hay duda y tampoco, seguramente, de que allí haya cada día un efímero terremoto de necesarios piares, de noches hasta acobardadas por más que probables graznidos de cuervos. Porque son nidos de cuervos, cuervos inteligentes y de negros luminosos, como sólo suelen ser ellos. Porque son nidos necesarios.

Y a todos los que me seguís os regalo este 'Alto y solitario' de un disco hermoso titulado 'Cruce de caminos'. En definitiva somos éso, cruce de caminos. Besos y abrazos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Estallido de nidos



A LOS NIDOS

Querré que los nidos estallen,
que se ubiquen hasta en un alfiler,
que desfiguren las entradas al rezo,
que arranquen la luz de cuajo,
quiero que acojan todo el aire,
que guarden todos los algodones,
que maticen bien los puntos cardinales,
quisiera que el querer se oyera,
que canten y fundan los alimentos,
que miren si hay alguien dormido.


Y ahora, tras mi alegría, reposen esta canción, esta nana de Alberti en voz de Miguel Poveda.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Sencillez en el recuerdo



Placas grandes en muchos pueblos de España:'Por Dios y por la Patria...' No hace falta más en este caso; sí, perdón, hace falta pensar que cualquier ideal es síntoma de vivo fuego, que cualquier ideal no tiene forma de iglesia, que cualquier ideal es necesario, que cualquier ideal puede ser triste.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Hogar no hipotecado



La persona que aquí duerme puede que viva acojoná por otras cosas, pero no por la hipoteca del hogar.¿O sí, y por eso se tuvo que venir aquí? Las hipotecas se han convertido en esa lengua de arcilla con que los constructores han lamido al ciudadano en forma de piso y que el banco se encarga de que siga generando saliva. Un ciclo perfecto para si te quedas sin trabajo vivir acojonao. Y las consecuencias personales que conllevan una ruptura de ese contrato. No las voy a enumerar, pero equivocarnos, nos han equivocado.

A modo de escucha, de reflexión, les propongo un nuevo palo flamenco reivindicativo: unas sevillanas. Podrán parecer una ironía, pero lean la letra y luego verán si llevo razón. Mejor dicho, la llevan ellos, los del Puchero.


Letra y música : Antonio Arco
Arreglos: El Puchero del Hortelano


O to el mundo está de vuelta, o yo ando medio perdío,
Medio perdío, cansao de tanta gente tonta, de tanta tele, de tanto ruío,
de tanto escaparate lleno, de la promoción que nunca he tenío.
Ando aburrío, de tanta modelito haciendo el indio,
pa modelo la que me ha parío,
modelos los que dan lo que tienen, los que miran claro, los agradecíos.
Y se vive acojonao, cuando escuchas en los diarios,
dicen que van a subir los créditos hipotecarios,
y ya no se duerme bien por la noche,... donde hemos llegao!

Mi amigo Francisquito, hace aviones de papel.
De papel, les hace una rajita abajo, pa la aerodinámica, que vuelen bien,
los lanza y le salen volando, así también quisiera volar él.
De papel... mojado son sus sueños,
que penita no poder se lo que quieres ser,
penita que me da la gente que no lucha cuando no hay na que perder.
Y se vive acojonao....

Me gustan las personas, me gusta la vecindad.
Vecindad, que es secreto es el respeto, escucha,
que vivas tu vida y que dejes vivir,
pero que fáciles serían los días si la gente viera que es mejor así.
Así, sin raíles, sin caminos asfaltaos que conducen al mismo lugar,
y es que es mu aburrio que la gente compre, vista, coma y se comporte igual
Y se vive acojonao...

Que bonitas las palabras, cuando sabes escuchar.
Escuchar, abrir la mente sin prejuicios,
un poco de empatía que nunca viene mal,
que bonitas las palabras y que feos los que las quieren matar.
Matar, aquellos que se creen que solo lo que ellos dicen
es el no va más, no va menos, no me jodas, no me viene a mi la gana de tenerlos que aguantar


P.D. Y la persona que está en el hogar de la foto recicla todos los cables que encuentra y se saca unas pelillas con el cobre.

martes, 2 de diciembre de 2008

Poema y cante II



Pan

El haber entrado en la boca,
el haber roto la impaciencia de una mano
me ha correspondido hoy a mí,
entramado fijo de agua, sal,
trigo y calor. Sin añadir esa iglesia
abovedada que con su interior
de fuego ha elevado mi calma amasada.
Sin añadir, tampoco, la parte de tierra
que precipitó mi germen hacia julio.
Y sin, tampoco, el molino que convierte
el grano en satisfacción.
Sean, pues, añadidos y dados en todo
su valor, sin olvidar jamás
esas manos sin etiquetar,
justas para mi más azarosa forma.


Sin alejarme del pan quiero traer unos tientos aquí. Los tientos son un cante flamenco de igual compás que el tango, pero de ritmo muy lento. Los tercios se alargan y el compás se ralentiza. Es un cante bailable, con letras que suelen ser patéticas, sentimentales y sentenciosas. Pulcros estos tientos y hermosamente ejecutados. Digamos que son como unos tangos parados. Y dentro de las tres partes del cante de los tientos que presento al final, extraigo la segunda:

Y en el molino cobarde
y que en vez de moler el trigo
están moliendo el hambre.

Tres versos contundentes que reflejaron una parte de la historia de nuestro país en la posguerra. Disfruten de todo.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Partida

Una mesa con cuatro jubilados jugando a las cartas.
Un banco de dos con palabras lentas.
Abrigados todos y con sol.
Otoño desde la amplia cristalera del Banco que daba al parque. Era el sexto en un cola destinada, ante todo, a pagar. Trancurría lento el empuje de los recibos y el sol de adentro se empezaba a sentir reptilial.
Algo alteró nuestras miradas hacia afuera. Tres individuos con pasamontañas se acercaron al cristal con pequeños bolsos. En el parque, se seguía hablando, jugando. Uno de ellos sacó un grueso rotulador y, como quién escribe al revés, fue anotando 'OS VAMOS...' La directora se levantó. El cajero dijo de llamar a la policía. ¡Llama! '...A ATRACAR...' Escribía lento, con la duda que conlleva el leerlo al revés y nosotros sentir la contundencia. Nadie quiso salir, había uno en la entrada y, además, habían bloqueado las puertas desde el Banco. '... TODO' No hacían gestos, solo escribir y controlar. Y nosotros ver, especular y estar tranquilos hasta la luz azul intermitente.
Al acusado chillido de sirena, los tres se pegaron al cristal, dándonos la espalda. Poco más que los hombros y las cabezas los veíamos.
Pararon de hablar los dos, pero sentados en el banco, los otros, más alejados, seguían su partida. Algo hicieron los tres que llevó a los policías a los árboles.
Lo escrito por uno de los individuos, primero se rajó, luego se deshizo.
De los muchos disparos, uno dio en la cabeza de quien tenía delante en la cola.
Cuatro muertos y una partida detenida.
La luz en el fondo del Banco pasó a ser anaranjada.