lunes, 30 de noviembre de 2009

Microrrelato 3: Premoniciones

Quizá la experiencia de la finitud es el único acceso que tenemos a la totalidad que nos llama, y nos pierde, con desmedidas ambiciones totalitarias. Quizá toda experiencia de infinitud es ilusoria, si no es, precisamente, experiencia de finitud. Quizá, por eso, la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan.

¿Qué demonios importa si uno es culto, está al día o ha leído todos los libros? Lo que importa es cómo se anda, cómo se ve, cómo se actúa, después de leer. Si la calle y las nubes y la existencia de los otros tienen algo que decirnos. Si leer nos hace, físicamente, más reales.


Gabriel Zaid 'Los demasiados libros', Ed. Anagrama, colección Argumentos




Me leo en lo que leo de los demás. Lo leo en un título reciente: 'La deserción de un escritor'.


sábado, 28 de noviembre de 2009

Microrrelato 2

Si colocáramos esos hermosos versos heptasílabos/pentasílabos de la serrana a modo de frase convencido estoy de que obtendríamos un gran microrrelato donde, a mi juicio, la indiferencia sería el principal tema sobre el que escarbar. Probablemente sea la indiferencia en el amor.
Pues la escucha continuada y obsesiva de este fabuloso tema flamenco cantado por una jovencísima Rocío Márquez me ha llevado a construir otro microrrelato:

Pasó la nieve frente al espejo. No hubo tiempo de decirle nada a tiempo.




Serrana

La nieve por tu cara
pasó diciendo donde
no hago falta
no me detengo.

Jabegote

Se me mojaron las velas
estando la mar en calma,
se me mojaron las velas
y fue de las puras lágrimas
que yo derramé por ella,
que yo derramé por ella.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Microrrelato 1

Voy a entrar en el mundo de los microrrelatos como quien traza una línea firme sin regla. Ahora, de esta línea ya no soy yo responsable. Que cada uno la atraviese como pueda, en zig zag, de frente, por el costado, descalzo o en zapatillas de paño. Lo dejo con la salud colmada a la espera de que lo desgasten o lo engrosen o lo desvistan:


Importa que los saltamontes salten: habremos decidido sobre los rascacielos.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Casa de la palabra

Tiramos dado y vamos a otra casa-museo: Museo de la Palabra.

En la localidad toledana de QUERO esta esa imponente casa-museo. Hurguen en la página y verán que casa más bella. Y no es que yo haya ido aún a ese lugar pero la lectura ocasional de un breve artículo en el periódico me ha llevado ahí. Pero ahora no me interesa la casa sino el relato ganador del I Concurso Internacional de Microrrelatos “Museo de la Palabra” de la Fundación César Egido Serrano. Y no me interesan tampoco los 7000 euros del premio. Las noticias son tan pobres y tan ceñidas al aspecto anecdótico de lo que Soledad Uranga va a cobrar por cada una de las dieciocho que consta el relato que olvidan el valor literario o el rumor que atraviesa una obra, aunque sea pequeña.

El hermoso y sensacional relato es éste:

"Hace días que llueve a cántaros. Y la gata se comió el último grillo que nos mantenía despiertos."

Puede que Soledad Uranga se acordase de Gabriel García Márquez y de los cuatro años continuados de lluvia en el Macondo de Cien Años de Soledad, o puede que se acordase del dinosaurio del genial Augusto Monterroso, o puede que le viniese a la memoria alguna otra situación, o puede que se le ocurriese así, sin más.
Pero ahora el relato es nuestro, amig@s. Y podemos interpretarlo como queramos. Yo me decanto por una derrota a la esperanza de algo. Lo cierto es que desde que lo leí no me quedó más remedio que copiarlo. Lo hice en el móvil, registrado como mensaje que me hubiera llegado. Como si fuese un sms. Y creedme que me ha estado rondando. Pensé en la dictadura argentina, la que ya pasó, pensé en una familia en paro, pensé en una relación amorosa estancada, pensé.
Ahora decidid, si os quedáis con los siete mil euros o con el relato.




Carlos Fava

Scrivo

Scrivo adagio adagio, scrivo con disagio,
in continua attesa di una luce accesa.
Scrivo delle idee, qualche informazione,
uso un po' di arte e un po' di imitazione.
Scrivo bambini, scrivo assassini
scrivo mestiere, scrivo finalmente amore,
scrivo in emergenza, privo di prudenza,
scrivo incuriosito dalla tua coscienza.

Scrivo e sto invecchiando ma mi sento bene
scrivo dondolando nell'ispirazione
scrivo a quattro mani, scrivo solo in coppia
scrivo col pensiero e tutto, tutto, si raddoppia.

Scrivo scrivo scrivo
che la vita è imperfetta per più di un motivo,
scrivo scrivo scrivo
che la vita è bellissima per più di un motivo.

Scrivo con due dita, scrivo finché dura
scrivo la tua faccia che aspettava la paura.
Scrivo e non ci credo a tutto quel che vedo
scrivo del mistero che è invece tutto vero.
Scrivo per scoprire, scrivo per fermare
scrivo e le parole vanno a farsi benedire.
Scrivo quel che sono, scrivo l'abbandono,
scrivo e poi risorgo col vestito buono.

Scrivo risucchiando tutto l'alfabeto
scrivo e mi ripeto mi ripeto e mi ripeto.
Scrivo bambino, scrivo ballerino
scrivo del destino, scrivo, scrivo Giovannino.

Scrivo scrivo scrivo
che la vita è imperfetta per più di un motivo,
scrivo scrivo scrivo
che la vita è bellissima per più di un motivo.
Scrivo scrivo scrivo
che la vita è imperfetta per più di un motivo,
scrivo scrivo scrivo
che la vita è bellissima per più di un motivo.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Casa vacía



Quienes tapian las entradas de la planta baja de una casa vacía olvidan el rumor excesivo que desagua por las plantas superiores. ¿Qué digo? Ya sé, mi nostalgia, mi melancolía, mis alumbramientos auditivos, mi más oír cuando estoy ante el vacío.

Uno de esos libros que uno lee y que no te atoran por su ineficacia literaria porque si no los abandonaría es el que os presento hoy: 'La cima vieja' de Ricardo Defarges. A los 75 años ha escrito poemas como éste que a continuación os dejo. En él la nostalgia esta presente, también la pureza y el despojamiento quedando, lo esencial:

Todavía el amor

¿Cómo es posible amar en la casa vacía?
Has venido de lejos y de cerca,
habitas cerca y lejos.
Amo, mas no deseo,
deseo sin amarte.
Eres indispensable, imprescindible.
Y mis labios, tan fríos como ardientes,
te poseen en aguda nostalgia,
en soledad definitiva.



Creo que esta Farruca de Pedro Sierra es un gozo.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Se te acercan




Soy principiante en la melancolía. Paso por un detalle amado, advierto una falta, vuelvo a la melancolía como principiante, como experto adulterado que a ella vuelve. Tan cercano está su estribo. Ya sé de antemano que no hay remedio, ya distingo desde el pupitre lo que es la vida. Vida: esplendor y grieta. De los que me fueron no es su rastro despejada longitud. Siempre algo me husmea, ese vaho que se nota y que te imprime lentitud. Algo a lo que asistes, ¿para qué?, esporádicamente me pregunto. El caso y ello es, me solía decir alguien ya ausente. El caso y ello es la rumia de amor cuando, con un mínimo reajuste, se te acercan.


martes, 17 de noviembre de 2009

Encarna

Ya sé que este número, idéntico existe más abajo. Simplemente se trata de otra variante más sentida donde el poema de Cernuda, musicado/susurrado por Morente, me arrastra más hacia el lugar.




Treinta y cuatro. Ese es el número que abanicaba a una plaza y a una fuente. Ese número es el que me dijiste donde detenerme. No estaré, me anunciaste, Ella sí. Ella te contará, son ochenta y cinco años de decires, cuentas, historias y secretos. Puede que halles la plaza demacrada, desposeída de todo lo que fue. Esa es una historia lenta y triste. Pero Ella, verás, es instantánea en decidirte por un paseo emocionante. Dile que vienes conmigo, mejor, que vienes de mi parte, o que surges de los prados, o que has remontado el río. Si todo éso le dices, Ella te dirá. En principio verá a qué hueles; si hueles a palabras mías no fingirá y te dirá del redondel de vida de su casa. Ya te comenté que zanjó su actividad. Ya te conté lo que Ella me contó sobre un novio que tuvo que la rondaba. Pero de Ella sale más templado. Son las historias necesarias de que te hablé. Es el treinta y cuatro, no lo olvides. Ese número ya no abreva de la fuente que ya no está en la plaza. Pasó ya tiempo mas no la exclusiva del hombre por derribar. Aprovecha y dile que yo...



Luis Cernuda

Donde habite el olvido

Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido.

Encarna



Treinta y cuatro. Ese es el número que abanicaba a una plaza y a una fuente. Ese número es el que me dijiste donde detenerme. No estaré, me anunciaste, Ella sí. Ella te contará, son ochenta y cinco años de decires, cuentas, historias y secretos. Puede que halles la plaza demacrada, desposeída de todo lo que fue. Esa es una historia lenta y triste. Pero Ella, verás, es instantánea en decidirte por un paseo emocionante. Dile que vienes conmigo, mejor, que vienes de mi parte, o que surges de los prados, o que has remontado el río. Si todo éso le dices, Ella te dirá. En principio verá a qué hueles; si hueles a palabras mías no fingirá y te dirá del redondel de vida de su casa. Ya te comenté que zanjó su actividad. Ya te conté lo que Ella me contó sobre un novio que tuvo que la rondaba. Pero de Ella sale más templado. Son las historias necesarias de que te hablé. Es el treinta y cuatro, no lo olvides. Ese número ya no abreva de la fuente que ya no está en la plaza. Pasó ya tiempo mas no la exclusiva del hombre por derribar. Aprovecha y dile que yo...



Debaju la tu ventana
quité un canto y puse dos
en a cama que tu duermes
bien cujuíamos los dos,
con aire.

Quien pudiera ser el cravu
donde cuelgas el candil
para verte esnudar
y a la mañana vistir,
con aire.

Tu padre y tu madre dicen
que no les deju dormir
ventura tiene tu casa
la que no me deja a mí,
con aire.

Ya sé que estás en a cama
ya se que durmiendo no
ya sé que tienes la mano
donde el pensamientu yo,
con aire.

Si supiera que cantando
daba gusto a mi morena
toda la noche cantando
y a la mañana durmiera,
con aire.

lunes, 16 de noviembre de 2009

GNC



El sábado 14 acudí a un concierto -Centro Cultural Francisco Rabal, de Madrid- en el que un gran guitarrista, Óscar Herrero nos ofreció a escasísimos espectadores, por seis euros, un concierto homenaje a Albéniz y su tiempo, al compositor y su obra, al hombre que supo percibir la grandeza y la trascendencia de la música popular y el flamenco. Calidad inapelable la de este guitarrista, ejemplo también dentro del ámbito de la didáctica musical. Soberbio concierto.

Y el sábado 7 estuve en La Coruña, frente al Atlántico, frente a esa ventana granítica e inmensa que mira al océano. Sensación de viento y yodo. Sensación de apertura, sensación de espera. Alegría y satisfacción.

Vayan estas dos experiencias entreveradas con este tema de Óscar titulado 'MIRAGUA', similar a mirada de agua. Bailen si les apetece.

La obcecada vida de una pared

Sé que el optimismo gime, como sé que gimen mis paredes mientras las blanqueo, las paredes y su sinfonía de cal, y gimen porque saben que alguien preparado con un aerosol va a arrancar una frase, sí, una frase, aunque tenga la letra desfigurada, aunque llore su exceso de pintura, una frase atrevida, me cago en el fascismo, y resulta que el fascismo ya murió, pero alguien, el que ha pintado, el escritor, ha sentido de nuevo el hilo demacrado del ahogo.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Mechero

Me rebelo contra ti, boca, que activas lo que yo quemo.
Tú, boca, fertilidad de nicotina y cuantía sobrada de placer.
Y yo, que mi desnudada llama se interrumpe por tú solicitarlo. No invertiría sino gas hueco si mi orgasmo no dependiese de una chispa.
Pero tú, boca, elucubra volutas que yo habré padecido el efímero instinto de quemarme.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Sobre el riesgo de ser, al menos, dos en la vida

¿Por qué sin ser yo dos vengo y me desplazo, me resbalo hacia ellos? Uno me dice, el otro no reprime, uno calla, el otro enerva al silencio, uno me grita, el otro excluye la moderación, uno me intenta escribir poemas, el otro disuade a la mayoría de palabras que no soporta, el uno que yo me creo ama, el otro se desagua con los labios. El uno me está cerca, el otro se refugia en mi médula.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Praza de Azcárraga: ¡Ay Carmela que chove!



Estábamos en la Praza de Azcárraga. Algo debió de darle al viento para pronunciarse así. Miramos hacia arriba para transitar por esos breves segundos que van de la quietud al disloque. Las copas de los plátanos que allí habían haciendo corro nos recobraron el presagio de la certera lluvia. Me dijiste: '¿te acuerdas?' Y yo te amanecí a Pucho rastreando tu talle.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Locuras a pie de calle

Me llamo Rosario. Mi vida es homónima, llevo las cuentas con el rigor que exige la espera.
Decir que mi matrimonio es un puto fracaso no lo puedo decir porque ya estaría separada.
No, mi vida conyugal quebró, quiebra.
A los tres meses de casarme planteé la fuga. Mi marido se acababa de convertir en un metrónomo.
A los tres años me dije que qué hacía yo dentro de esa situación (en realidad, para mí, me decía que qué coños hacía yo aguantando a ese tío que quería en exceso).
Llevo treinta años casada y el metrónomo sigue, con oscilaciones de celos.
Trescientos son demasiados, pero espero.




Unha vez tiven un cravo

Unha vez tiven un cravo
cravado no corazón,
i eu non me acordo xa se era aquel cravo
de ouro, de ferro ou de amor.
Soio sei que me fixo un mal tan fondo,
que tanto me atormentóu,
que eu día e noite sin cesar choraba
cal choróu Madalena na Pasión.
“Señor, que todo o podedes
-pedínlle unha vez a Dios-,
dáime valor para arrincar dun golpe
cravo de tal condición”.
E doumo Dios, arrinquéino.
Mais…¿quén pensara…? Despois
xa non sentín máis tormentos
nin soupen qué era delor;
soupen só que non sei qué me faltaba
en donde o cravo faltóu,
e seica..., seica tiven soidades
daquela pena…¡Bon Dios!
Este barro mortal que envolve o esprito
¡quén o entenderá, Señor!…

Rosalía de Castro
(Follas novas, 1880)




Poema de 'A las Orillas del Sar'
Rosalía de Castro

Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros:
lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso
de mí murmuran y exclaman:
-Ahí va la loca, soñando
con la eterna primavera de la vida y de los campos,
y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.

-Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha;
mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
con la eterna primavera de la vida que se apaga
y la perenne frescura de los campos y las almas,
aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.

Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños;
sin ellos, ¿cómo admiraros, ni cómo vivir sin ellos?

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Fruto del paseo




Dicen que el suelo se acaba cerrando. Lo vi abrirse bajo los gritos de los manzanos. Dicen que el suelo es una gran cicatriz constante. Lo vi curarse de inmediato cuando la liebre no paró de correr. Dicen que es viejo. Enhebra viento bajo las piedras que codician su peso. Dicen de su rendición. Las banderas que llevan los lagartos recorren el sol que arde al movimiento. Hablan de su escaso color. Notorio es el permiso de los camaleones para enrojecer los horizontes. Alguien escucha la ceniza acumulada. Los árboles viejos hacen recuento de los metros hallados donde vocear su clorofila. Dicen de la tierra hallada de ciudad. Sí, un cerrojo abatido tras una vida es un hábil adelanto en la dentadura de la ciudad, de tierra en espera. Dicen de la tierra del campo. Basta con cruzarla abierta, de lado a lado.

Planteamientos





Con ese título, a principios del año 98 hice una serie de ¿poemas?
Lo cierto es que en la vertical ya tenía una médula que ansiaba indagar en los hechos que más se pronunciaban en mí.
Ya dije en otra entrada de su ingenuidad, que reconozco, pero ciertos ¿poemas? aún me regatean. Este, por ejemplo:



Indaga si los sonidos que te cruzan
son voces de tu tiempo,
o transcurso de algún río;
son densidad de gorriones,
o la aldaba de tu vieja puerta;
son las sirenas que siempre han raptado
la salud del silencio,
o la tos de alguna fachada o rincón,
son los saltos de tu teléfono,
o la llama que se alimenta de leña;
son las piruetas de un cohete nervioso,
o la agonía de aquel jergón;
son tus voces, coladas a tus sueños,
a tus paseos, a tus labios,
o es una noche de grillos;
son tus voces que no se miden
en la salida, para seguir en ti,
o el violín que liba en la orquesta;
son las gárgolas que en el agua
presienten una parábola,
o es la punta de cien grullas que van;
son los cabeceos de un ciprés,
o el vapor que espera a la leche de un café;
son infinitos sonidos.

Cada sonido asiste a tus pasos,
éstos que hacen de cada camino
una escucha, un catálogo de líneas cruzadas.
Pero indaga, en la intersección,
el silencio.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Castaño incipiente tratando de hacerse un hueco



El entorno donde crece ese incipiente castaño no es el más propicio. Y no por la voluntad de la tierra que, si puede, da. El problema entre las plantas surge del abuso que algunas ya desarrolladas hacen de la luz. Nada más ver ese castaño me pregunté cómo había llegado allí: ¡en pleno pinar de Valsaín! ¿Alguien soltó alguna castaña? Pero lo que me fascinó fue su voluntad de permanecer, su tesitura ante el medio. Un castaño a luz abierta tendría las hojas apuntando al suelo. En este caso, su propósito de distinguirse le llevaba a tener las hojas absolutamente paralelas al suelo. No tengo nada más que decir, ni poético ni literario, ante el asunto. Sólo que, una vez más, simples detalles de la naturaleza nos inscriben dentro de nuestra propia debilidad ante lo adverso: ¿cómo habríamos reaccionado nosotros?

Pensad la posible respuesta tras Amancio Prada y San Juan de la Cruz.





Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.



¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!