martes, 13 de enero de 2009

La conejera y la sofisticación




No son tan sofisticados aquí los conejos como para llevar un pañuelo al cuello. Tampoco quiero mencionar la sofisticación en el mundo animal. Simplemente los animales mantienen su alerta y su ritmo cuando las condiciones son adversas. Nieva y los conejos despejan su entrada, respetan a las plantitas que rodean el casi interior de su conejera y a buscarse la hierba. Que nosotros a la hierba la llamamos vida. Nosotros sí somos sofisticados y torpes. Aliñamos las calles y las carreteras con sal para poder rugir más. Recuerdo en el pueblo cuandose hacía un camino con las palas en las casas y en las calles para despejar la nieve. Simplemente una cuestión práctica para avanzar. Ahora, mientras escribo esto no puedo obviar la nieve que está cayendo, es estupenda, para otros resultará estúpida. ¡Que se lo pregunten a los árboles y al campo! Siempre la asoció el refranero a los bienes, a los bienes del campo, sobre todo. Ahora tenemos el campo como refugio de la ciudad. Dicen los más sofisticados que el campo se desangra. No, el campo se sofistica y a la vez, donde no acude esta sofisticación, se muere. Pero mi intención era el detalle de la conejera despejada, buena consejera para hacernos pensar lo sofisticados que somos y lo inútiles que nos volvemos.