martes, 10 de febrero de 2009

En la naturaleza nada hay superfluo



Averroes, con el título que encabeza esta entrada, me da paso a un tímido encuentro con ese olivo.


Patio de los naranjos

Mezquita, simbiosis de silencio
y alta costura de naranjos,
bosque de columnas en su interior,
en azahar vuela el mármol.
Convivencia late aquí,
donde hubo -hay- rezo secreto,
donde a mí más me yace este olivo,
abierto, casi descompuesto,
con vida plena junto a su fuente.




Esta soleá, menos obsesiva que la otra, es como si fuera su hija. Se notan, desde la entrada en ella, las mismas manos. Manos sutiles que alargan ya más las notas que la confieren. Al final, la soleá se emboca en rapidez, en cambio, pero es lo mismo sólo que en bulería.