jueves, 26 de febrero de 2009

Sensatez

Antonio Machado me entra como un turbión de cereales, de vida, de mar, de hielo. Antonio Machado rumió tanto campo castellano, tanto olivo como tanto amor. Ahora la urgencia, como la del idioma, siendo ésta más urgente aún que la de la entrada anterior pero posterior en el espacio ciberestático os conduzco un poema en el que la concepción del amor se debería tener en cuenta. A lo mejor los del Opus dirían en su lista: 'Sólo para insensatos':


Huye del triste amor, amor pacato,
sin peligro, sin venda ni aventura,
que espera del amor prenda segura,
porque en amor locura es lo sensato.
Ese que el pecho esquiva al niño ciego
y blasfemó del fuego de la vida,
de una brasa prensada, y no encendida,
quiere ceniza que le guarde el fuego.
Y ceniza hallará, no de su llama,
cuando descubra el torpe desvarío
que pedía, sin flor, fruto en la rama.
Con negra llave el aposento frío
de su tiempo abrirá. ¡Desierta cama,
y turbio espejo y corazón vacío!

De cómo un idioma revela más el enfado que otros

Esta entrada es urgente, un breve relato sobre el idioma:

Antonio y yo íbamos corriendo como lo solemos hacer muchos días. Tranquilos, hablando, comentando, viendo. Luego nos acabamos acelerando y la vista y el habla quedan relegados al reposo. Le pregunté sobre la reforma que le están haciendo en casa.

Son tres albañiles rumanos, llevan ya dieciocho años en España. ¿Y se nota que son rumanos en el habla? En absoluto, ni te enteras, hablan perfectamente el castellano y, además, entre ellos, también se hablan en nuestro idioma. Eso es lo que me dijeron, Manolo, y yo insistí, ¿pero no habláis nada en rumano entre vosotros? Sí, me dijeron, cuando discutimos.

Esta era la entrada urgente del idioma.