domingo, 8 de marzo de 2009

182

¿Quién da la vez?
Tiene que coger el número en esa máquina, junto a la columna.
Pulsé. 182.
Miré a la pantalla, iba por el 171. Los cuatro mostradores estaban ocupados, el resto de la sala permanecía bastante quieto. Pero, mientras llegaba mi número, más me obcecaba en él. 182. ¿Un simple número? ¿Quizás sea el número de la risa, o de la sonrisa; o un punto de partida; o una sucesión de números posteriores, o anteriores; o un insignificante destello; o un viaje reposado; o un desierto inacabado; o un fiasco; un loable gesto del tiempo; un significado exclusivo; la temperatura de una flor? No sé. Pensaba en ese número y avanzaban los precedentes en el panel.
182.