sábado, 23 de mayo de 2009

Vastedad

Donde el mar me añade puede llamarse
vastedad, justo en esa parte que abate,
prolonga o destruye, parte instructora
de lo intenso, extremo navegable al deseo.
Tu no eliges su episodio sereno, o su
indumentaria bravura, entrar donde Él,
no ver horizonte ni tierra, haber hecho
parte a nado y ser, a partir de un momento,
fundamento y rumor, engranaje y hueso,
y, sin quererlo, también instrucción
de la nada, seguro de haberte agotado y
no haber, por parte de las aguas,
su más mínimo aprecio.
Pero oye, así es el mar,
así de injusta tu crecida en Él,
donde te habías creído sal.