lunes, 29 de junio de 2009

Escrituras aéreas





Estabamos paseando por las calles del pueblo hace unos días y Sofía fotografió ese saúco desde distintos sitios. Me interesa la última foto por la metáfora que entraña esa rama saliendo por entre las grandes puertas de una casa en la que hace años no vive nadie. Antonino, un personaje peculiar, pastor durante toda su vida y jubilado ahora, mientras nos deteníamos ante esa portada me dijo: 'Manuel, hay que ver lo que da de sí el abandono'. Abandono, soledad, silencio, satélites permanentes en muchos pueblos castellanos.

Hace tiempo que mi amigo Pepe me contó la historia de una señora de su pueblo cordobés, La Rambla. No me acuerdo del nombre de la señora, sí del hecho. Fue que ella tenía un jardín mimado, exento de hierbas, en perfecto orden. Cuando ella murió, aquel jardín derivó en selva. Le comenté a Pepe la facilidad que tienen las plantas para recuperar su lugar de origen. Y el me contestó con una frase que me enorgullece como ser vivo que soy y que ama la vegetación autóctona y espontánea: 'Manuel, cuando abandonamos la tierra, ésta nos muestra sus escrituras.' Efectivamente, lento, pero todo se recupera y cada planta vuelve a ocupar su lugar.

Según me contaron, en mi pueblo nadie recordaba ese árbol, el saúco. Ahora hay tres, en los corrales de tres casas abandonadas. Lo más seguro: semillas transportadas por algún pájaro: escrituras aéreas.