domingo, 1 de noviembre de 2009

Castaño incipiente tratando de hacerse un hueco



El entorno donde crece ese incipiente castaño no es el más propicio. Y no por la voluntad de la tierra que, si puede, da. El problema entre las plantas surge del abuso que algunas ya desarrolladas hacen de la luz. Nada más ver ese castaño me pregunté cómo había llegado allí: ¡en pleno pinar de Valsaín! ¿Alguien soltó alguna castaña? Pero lo que me fascinó fue su voluntad de permanecer, su tesitura ante el medio. Un castaño a luz abierta tendría las hojas apuntando al suelo. En este caso, su propósito de distinguirse le llevaba a tener las hojas absolutamente paralelas al suelo. No tengo nada más que decir, ni poético ni literario, ante el asunto. Sólo que, una vez más, simples detalles de la naturaleza nos inscriben dentro de nuestra propia debilidad ante lo adverso: ¿cómo habríamos reaccionado nosotros?

Pensad la posible respuesta tras Amancio Prada y San Juan de la Cruz.





Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura
y, yéndolos mirando,
con sola su figura
vestidos los dejó de su hermosura.



¡Oh bosques y espesuras,
plantadas por la mano del amado!
¡Oh prado de verduras,
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!