viernes, 16 de abril de 2010

Ser visto por un zorro


A esa hora que nadie había no pude figurarte.
Un talud de tierra y tú. Y el agua sirviendo
una aspersión de calma. Y tú sobre mí dejaste
madurar el tiempo justo para hacer click,
y así desengañarme por un instante de tu astucia,
y yo sobre ti, atareado en no dar un paso en falso,
en pensar, incluso, en el intercambio de papeles,
yo zorro expectante y tú en mi yo encajado
en la emoción, trancurriendo así el escaso tiempo
que todo animal libre te otorga. Y en este caso,
como si de una predicción suya de normalidad
le hubiese llegado, decidió que podía sostener
su rostro metros más allá con la sóla condición
de no deliberar nada, simplemente sentirme
afortunado.






Más o menos el tiempo que dura esta bella pincelada de guitarra es lo que estuve frente a ese zorro. La memoria acapara ahora su figura.