miércoles, 13 de abril de 2011

La habilidad del cielo (continuación)


Tiemblo, tiemblo, tiemblo
para disuadir a la ciudad del cielo.

La habilidad del cielo no es ser grieta.

Que a mí venga toda la hierba sin burocracia,
que a mí venga la hierba, desde que apunta
hasta su periodo más excéntrico.
Que aquí la perdiz y el águila
sean familia numerosa.
Que aquí sea donde el junco se abastezca
sólo de columnas vertebrales.

Si habla el fuego es porque dividen al cielo
para hacer brasas de ignorancia.

Tiemblo para sólo hallar aullidos,
para dar más vicio a los pulmones,
aire lleno de pareados.

Jamás se corrige la velocidad de la savia,
su alto contenido en dicha
se da por sentado.

La habilidad del cielo y su modo de hablar.