martes, 28 de junio de 2011

Hábitats

( De un sueño )


Estaba en la Estación Central de Trenes de la ciudad. Una explanada grande de albero sin un sólo coche y el edificio allí con su gran rótulo: Terminal de Trenes de Aquí. No había nadie esperando. Un señor en la taquilla y otro en la oficina postal. En aquella oficina siempre llegaban los envíos antes que las personas. Pregunté, ¿Hay algo de Elena? Del tamaño de un pequeño libro envuelto en papel de mercado y atado con una cuerda. Tenía remite. El destinatario eran unos versos:

Han adornado el cielo con flechas,
tarjas de jubilosas llamas y yelmos de esplendor,
cuchillos y dagas de silbante luz y furiosas espadas.

Me lo dieron. No lo desenvolví. El tren traía un retraso de dos horas. El calor. Daba vueltas al envío. El tren postal salía a la vez que el de pasajeros, pero llegaba mucho antes. Elena. Lo vi a lo lejos. Cuando paró se abrieron las puertas. Comenzaron a salir perros. Perros que cruzaban los andenes, perros que salían por la estación, perros que iban por donde habían venido. Salió Ella. La reconocí por sus ojos. Él me reconoció a mí. Llevaba las dos manos envueltas en gasas negras. El gran dogo vino a mí, me lamió, puso sus pies en mis hombros. Ella se acercó. La miré, eran sus ojos. Sólo me dijo, Yo no soy Ella, Ella aún conserva las manos.


El cachorro me dijo, de Diego Carrasco, de su disco Voz de Referencia