miércoles, 19 de septiembre de 2012

Ser trazado 11


Mi mar, 
flagelado, 
subido al quicio de la sed.
Mi mar,
lo quiero andante,
con todos sus balcones nevados.



Anch’il mar par che sommerga
quella nave che tu vedi
dissipata da procelle.
Poi la vedi, e par che s’erga
presso l’altra in fra le stelle.

8 comentarios:

Nená dijo...

Tienes la habilidad de decir en pocas palabras un universo.
Y es que el mar no conoce freno en su extensión viva, y aunque a veces a muchos nos gustaría mirarlo sereno en tardes otoñales, o incluso helado para disfrutar de esa quietud inmensa, él es siempre quien domina.
Besucos,

Není

Inés González dijo...

Es preciosa esta foto Manuel, ampliada podemos sentirnos contemplado ese paisaje, tierra burundi o burciata en primer plano, y a lo lejos ese mar de crines blancas, aunque algunas negras también se ven...
La Bartoli se luce en este tema gorjeando como un jilguero, me gusta pero no tanto, canta bien, pero su voz no me enamora como por ej Danielle De Niesse, para gustos no hay nada escrito, dijo una vieja y se sentó sobre el obelisco( el de Bs As)

Tempero dijo...

Není:

tienes una inmensa facilidad para la prosa y para el acierto. Aparte de esa realidad tan hermosamente centrifugada a la que nos tienes acostumbrado en tu blog.
Pero hoy me he parado en esta frase:

Y es que el mar no conoce freno en su extensión viva

Deseo ya que mi mar reverdezca al otoño.

Besucos.

Tempero dijo...

Muchas veces pienso en ti cuando publico. Y lo sabes. Se que el color es tu glóbulo rojo. El color te transporta, te confiere ritmo, pasión. No menos que el negro con que estás abordando tus/nuestras papaveres adormecidas y bien vivas y bien Bella-s.

Besos.

JosepMª dijo...

La fotografía es un mucho
de belleza.
Y un infinito de vida.

No sé si somos nosotros
los que trazamos
el paisaje.
O es él
quien nos traza.

También tengo un mar.
Sólo entro en él hasta la rodilla.
Pero a su orilla
construyo castillos.

La semana pasada,
en La Ràpita,
comimos,
antes del arroz,
Ortigas de Mar.
Uauu!

La Bartoli, muy expresiva.
Casi parece Bianca Castafiore.

Menos mal
que la vieja,
citada por Inés,
estaba en Buenos Aires.
Si le da el antojo
en Ciudad del Vaticano...

Os quiero.

Tempero dijo...

Josep, entra a esta Ciudad de meseta

Como por estos sitios
tan sano aire no hay, pero no vengo
a curarme de nada.
Vengo a saber qué hazaña
vibra en la luz, qué rebelión oscura
nos arrasa hoy la vida.
Aquí ya no hay banderas,
ni murallas, ni torres, como si ahora
pudiera todo resistir el ímpetu
de la tierra, el saqueo
del cielo. Y se nos barre
la vista, es nuestro cuerpo
mercado franco, nuestra voz vivienda
y el amor y los años
puertas para uno y para mil que entrasen.


Claudio Rodriguez hace del hombre una dimensión ontológica del paisaje.
Planteas cosas esenciales y necesarias en tus comentarios. Paisaje y hombre, campo y ciudad. Todo se trazó conforme a una necesidad, un deseo. Ahora hay una palabra más drástica para anular todo aquello (y parecida a trazar): destrozar.

Quien ha vivido muchos años en un lugar se siento implicado con el paisaje. No tener paisaje es ser un hombre muerto. Y lo digo con todo el peso de la intuición. El paisaje de mi infancia ahora me hiere. Me hiere porque no era como antes. Todo cambia con la falta del agua, con la ausencia inteligente de nuestra intervención: saber podar, saber pasear unas ovejas para que coman la hierba que después puede quemarse. Quiero una Arcadia, pero soy consciente que ha de ser del siglo XXI: si aguanta el campo.

Abrazo, amigo.
Quienes vienen a este blog también te quieren: seguro.

P.d.- Del Vaticano lo que más me gusto fueron sus imponentes pinos...para gustos...

Inés González dijo...

Riqueza pura todos los comentarios que ha provocado esta magnífica entrada! saludos y abrazos para Josep, más ganas de conocerlo algún día.

Nená dijo...

Josep, si es por querer, queda mi cariño contigo, que a cazucos siempre tengo.

Un abrazo,

Nená