jueves, 12 de enero de 2012

Ex(citarse) 6

Tengo una criada india de sesenta y dos años llamada Asunción Gallardo. Es excelente cocinera y mucama obsesiva, maneja el dinero de la casa, hace las compras, paga las cuentas, lleva y trae libros y cartas por toda la ciudad, es la única que sabe cuáles son los medicamentos que tomo, qué días y a qué hora, y todo lo que pueda imaginarse. Es casi analfabeta pero jamás se equivoca en un cálculo. Es patológicamente honesta. A la radio le dice "la música", al brócoli, "esas flores que usted come"; a la terrine, "terriña"; a los mariscos, "los bichos". Además dice "la yogur", "sucrema de pollo" y llama "Citroën" al "Sintrom" el anticoagulante, y "biografía consultada" a la "tomografía computada". He dejado de corregirla porque se niega a aprender. Creo que lo hace por orgullo. Es una mujer altiva. No sé qué haría sin ella. Y ella no sabe qué haría sin Júpiter, el loro de la casa, y sin Max, el tekel de pelo duro al que ella, que no pronuncia las consonantes, llama "Ma", para mi desesperación.



La Ruperta (Vals) , de Simón Díaz.

En esta plaza López que me recuerda
En el sitio en que esperaba a mi Ruperta
Era en aquellos días en que me traía
Mis caldos en botella, papas cubiertas

Todas las noches la esperaba en aquel sitio
Me traía una perola bien repleta
Papita frita y frijol
Plátano asado y arroz
Me ponía la barriga como un mismo tamborón

El gusto de la sopa, de los frijoles y del asado
Las ruedas de cebolla, los macarrones y ese guisado
Vivía tan tranquilo, tan consentido y tan mimado
Que era dicha completa con mi Ruperta

Pero un cochero sinvergüenza y envidioso
Se llevó a mi Ruperta tan querida
Yo se lo juro, mamá
Que se la vuelvo a quitar
Porque yo sin mi Ruperta
No puedo un momento estar